Crónica de un mega concierto: Rubén Blades, Cantos y cuentos urbanos
“Yo soy de donde nace la rosa de los vientos, Panamá”
Yo soy de donde nace la rosa de los vientos, donde aflora el nacionalismo y se erige la bandera tricolor, allí iniciaron los cuentos urbanos y cantos para el pueblo panameño del maestro Rubén Blades.
El más insigne caminante de cultura hecha canción, entre los ritmos salseros, cuestionaba a su pueblo: ¿Quién dice que perdimos, si entre las angustias sigue Panamá?, ¿Quién cree que no hay manera de dar a su historia un mejor final?
La Gloria Institutora, afloró los recuerdos, pero donde un héroe inmortal, Ascanio Arosemena dejó sentada la mayor victoria de un ideal, las escalinatas de la más insigne obra lograda por la lucha generacional. La conquista del Canal de Panamá.
Rubén Blades, criado en el barrio de San Felipe, trajo esa vena idealista como panameño, institutor, universitario, chico de barrio, que a base de superación, tendría que escoger entre: el "Amor o Control" de los consejos de una hermosa cubana, su madre, Anoland Díaz: ser o Presidente de Panamá, o un preso común, las dos PP. Ni lo uno, ni lo otro. Sesenta y tres años después de su nacimiento, llevó su biografía hecha canción a miles de panameños, que abarrotaron las escalinatas de la Autoridad del Canal de Panamá.
El cantautor, durante 4 horas y media, en una noche fresca, donde la adrenalina de los sonidos del timbal, los vientos, el piano y demás acordes musicales, deleitaron a nacionales y extranjeros, en el mayor concierto magistral de todos los tiempos, que será recordado en la historia musical de Blades, en su propio patio, gratuitamente. Era como cosechar, la "Siembra" de sus éxitos o la gran "Maestra Vida".
La tricolor ondeaba en las manos de panameños, que embelezados por el recuerdo, se involucraron en el "Nacimiento de Ramiro, mi niño"; de una "Madame Kalalu", que en su bola de cristal, vio los problemas actuales de corrupción y desesperación de la clase política panameña, que en las esquinas del humilde barrio de San Felipe o calle 26 El Chorrillo lo vio crecer; se traducía en las anécdotas de muchos, al ver a un "Pedro Navaja" con zapatillas por si hay problemas salir volao.
Pero recordar a "chino Juan", un preso de Coiba, donde explica la vivencia en "La Casanguera", en los sembradíos del penal del Pacífico panameño, nos llevaba a conocer las interioridades de un cantante de mil facetas, donde el Derecho y las Ciencias Políticas, eran su segunda gran pasión.
El amor hecha letras, no difícil traducirlas para Rubén Blades en melodías, de ese primer contacto con aquella "Paula C", o "Si podría vivir del amor, sin penas, ni dolor"; llevándonos a recordar que para "Amar hay que sufrir la leve herida del amor".
En una época dura para él, donde no hubo foto de graduación en la Facultad de Derecho, sus días transcurrieron, y su nuevo destino por situaciones políticas-idelalistas dictatoriales, provocaron su estadía forzada a Nueva York, y es que eran tan profundas las ideas de una generación comprometida con su madre tierra.
De allí que nacieran en su interior y lejanía, la más representativa letra que identifica el sentir del panameño: "Patria", son tantas cosas bellas. Desde 1988, cuando se inspiró; no logra aún comprender, por qué, décadas después, en este tiempo presente y reciente vino a triunfar esta letra, que es casi el segundo himno de la gran "Patria" istmeña.
Rubén Blades a las 11 de la noche, sembró el calor de un público pachanguero, amante y conocedor, como nadie, de la mejor salsa del mundo.
Es que su historia ha sido una "Maestra Vida" entre " injusticias y justicias de bondades y malicias, aun no alcanzo a comprenderte, maestra vida que seguro no perdona"; porque los pensamientos de su juventud se fueron a recrear aquellos momentos en el otrora, Teatro Edison de la Plaza Amador, donde su abuela, hacía referencias profundas del inicio y el fin de la existencia, inspiración para lo que será su próximo evento en el exterior.
Su madre y su padre, hermano; amigos desde hace 40 años, y aquellas muestras que dejaron marcada su infancia, como los amores pasados, y las relaciones internacionales de
política y sociedad, fueron cantadas al ritmo de un público entusiasta, que esperaba aquel viejo libro del gran Maestro de la Salsa.
No solo Rubén Blades, sufrió su salida abrupta del país, donde las ideas no murieron, así dedicó uno de los más insignes temas de la represión y dictaduras, en las más cruentas imágenes musicales de la humanidad; la de Centroamérica: "El Padre Antonio y el Monaguillo Andrés". Era rememorar, la palabra traducida en ideas, de aquellos servidores de Dios, como Rutilio El Grande, Jesús Héctor Gallego y Arnulfo Romero.
Las décadas del 60, 70, 80, 90 y el inicio de lo que ha sido el dos mil en adelante, ha traído los más grandes triunfos musicales para la historia de Panamá, 10 grammys dedicados a su pueblo por Rubén Blades. De aquel humilde chico de barrio, que entre la pobreza, humildad e ideales destacó el profesionalismo de los grandes de Latinoamérica.
Es que si Tite Curet o Héctor Lavoe, ambos desaparecidos, estuvieran con él -Rubén Blades-, las estrellas en esa mágica noche del 3 de febrero, no hubiesen dejado de cantar como la gran Fania, otrora y triunfante de la salsa newyorkina.
Y por qué, no celebrar ese trayecto artístico con quienes lo han apoyado, los boricuas y los venezolanos. Así la gran presencia caribeña de fanáticos que han emigrado a Panamá, llevó a sus oídos y sentimientos a la gran Diosa, "María Lionza", que en un milagrito y un ramo de flores le fue a llevar.
Pero el barrio estaba encendido, y la chica más popular de los cuentos de Rubén Blades, la que escapó a pesar de la distinción de clases sociales por amor, no faltó. Allí estaba la esperada "Ligia Elena", aunque no pautada en el reperterio musical de más de 30 temas y cuatro horas de genial interpretación, no podía faltar.
Panamá se movió al ritmo del gran Maestro Rubén Blades, "Muévete", le dio paso al final, "Adiós", a ese gran final de "decirte la palabra Adiós"; que entre un chubasco inesperado y la interacción de los cuentos de barrio, le dijo a su hijo de San Felipe, El Chorrillo y Carrasquilla: "Yo soy de donde nace la Rosa de los Vientos; la azota el vendaval pero crece por dentro".
De la escritora de esta crónica:
El maestro Rubén Blades ha marcado la vida y el ideal de muchos panameños en su letra de protesta, cuentos urbanos y poesía.
La noche del 3 de febrero, miles de panameños disfrutaron del mega concierto, jamás visto en años, en la historia musical de nuestro gran artista. Concierto dedicado a los panameños por la Autoridad del Canal de Panamá, para el cierre del verano artístico.
Las escalinatas del edificio de la Administración del Canal de Panamá, es uno de los puntos más insignes de lugar de liberación de nuestro pueblo y símbolo de identidad nacional. La franja de la antigua zona del Canal de Panamá, donde ondea nuestra gran bandera nacional.
Inspirada en las Crónicas urbanas, porque crecí en San Felipe, porque tengo ideales y porque hago honor a los Desaparecidos.
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