INAUDITO LOS INDULTOS CON LAS MANOS MANCHADAS

Se quedan con sus manos manchadas, a punta de plomo y sangre.
He pasado largos años de mi vida reporteando sucesos y hechos criminales que acontecen en mi país, sin embargo, esta es la primera vez que puedo decir con propiedad la frustración que siento con los indultos presidenciales otorgados por el Ejecutivo.
Recuerdo aquel día de septiembre de 2009 cuando encontré a Luis Urriola, en una esquina de Avenida Perú llorando desconsolado. Había muerto su única hija. No sabía yo cómo había sido el hecho, algo confuso, era solo una joven de 16 años, aunque adolescente, estaba embarazada algo que suele suceder en nuestros barrios.
Otra vez tuve que reportar sobre otro hecho de sangre, esta vez el escándalo fue que plantaron varios policías un arma de fuego en la escena de un doble crimen.
Vi llorar a los dolientes, una madre que de un solo tajazo perdió dos de sus hijos, humildes chicos trabajadores del mar de Playa Leona, La Chorrera.
Cómo y con que sacrificio venía desde tan lejos, desde la costa oeste con los sobrevivientes a clamar justicia y luego regresar con dos feretros al humilde puerto.
Recuerdo aquel día soleado, encandecente, se iba a dar la reconstrucción del caso Gina García o Cristina María García Eleta, en los predios del IDAAN cercano al SPI de Los Ríos en Corozal, Ancón.
Llegaron los sindicados, delincuentes que habían cometido un robo al IDAAN y los policías que por un mal procedimiento dispararon contra la rehén, la pujante empresaria.
Su familia estaba allí dando el apoyo, para que se llevara a cabo toda la reconstrucción del hecho con justicia.
Pero ninguno de los tres casos, fue así. Fue más las lágrimas derramadas, las páginas que reportaron cada minuto de estas tragedias y de un plumazo nunca se llegó a saber cuál era la responsabilidad de cada quien.
No juzgo a priori, pero a quien favorecieron. A un grupo de personas que creyendose estar al margen de la ley o por encima de la ley pudieran hacer con sus armas lo que les parecía.
Es tan injusto e impune ver como regresan a sus puestos, gendarmes que con su cara tan lavada mancharon sus manos de sangre.
Esto no podía dejarlo sin plasmar en mis escritos. Es la frustración de una ciudadanía que clama justicia ante la impotencia del sistema corrupto y deshecho del Organo Judicial e investigativo. Que clama justicia porque delincuentes paguen sus penas y esta vez fueron premiados aquellos hombres que nunca llegaron ni a ser juzgados.
El beneficio o gracia más bien, parece una expiación. Nosotros somos los malos y ustedes los buenos porque siguen los lineamientos.
Para enmendar a quien?
Señor mira a este pueblo con ojos de piedad y da fortalece a esos padres, hermanos y familias que perdieron a sus seres queridos.
Solo tú eres el único juzgado.

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